Este razonamiento es muy diferente al de Platón, quien sostuvo que Dios no envía calamidades a los hombres, porque él es bueno; porque aunque es solo que los crímenes de los hombres deben ser castigados por Dios, sin embargo, no es correcto, con respecto a él, considerar entre los males ese castigo que inflige con justicia. Platón, de hecho, era ignorante; pero James, dejando a Dios su derecho y su oficio de castigar, solo le quita la culpa. Este pasaje nos enseña que debemos sentirnos tan afectados por las innumerables bendiciones de Dios, que recibimos diariamente de su mano, como para pensar en nada más que en su gloria; y que debemos aborrecer lo que se nos ocurra, o sea sugerido por otros, lo que no es compatible con sus elogios.

Dios es llamado el Padre de las luces, ya que posee toda la excelencia y la más alta dignidad. Y cuando agrega de inmediato, que no hay en él sombra de giro, continúa la metáfora; para que no podamos medir el brillo de Dios por la irradiación del sol que se nos aparece. (107)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad