El que siega recibe salario.

La figura se mantiene. El segador en los campos de cosecha recibe salarios, y también aquellos que cosechan la cosecha de almas; no la paga terrenal en dinero, ni fama, ni posición, sino la felicidad de hacer el trabajo más noble, y más allá, la corona de la vida resplandeciente de estrellas. Los que enseñan la justicia a la multitud resplandecerán como estrellas por los siglos de los siglos. En la siega hay gozo en la tierra y, en lo alto, el gozo de llevar las gavillas al Señor.

Recoge fruto.

Almas, que se juntan como gavillas, en el eterno ganador. Allí, las almas salvadas y el segador que las reunieron "se regocijan juntos".

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Nuevo Testamento