Versículo 44. "Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual, cuando un hombre lo encuentra, lo esconde, y de gozo va y vende todo lo que tiene, y compra ese campo".

Cris.: Las parábolas anteriores de la levadura y el grano de mostaza se refieren al poder de la predicación del Evangelio, que ha subyugado al mundo entero; para mostrar su valor y esplendor, ahora propone parábolas acerca de una perla y un tesoro, diciendo: "El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo".

Porque la predicación del Evangelio está escondida en este mundo; y si, no vendes tu todo, no lo comprarás; y esto debes hacerlo con alegría.

De donde se sigue que cuando el hombre la encuentra, la esconde.

Hilary: Este tesoro se encuentra de hecho sin costo alguno; porque la predicación del Evangelio está abierta a todos, pero para usar y poseer el tesoro con su campo no podemos sin precio, porque las riquezas celestiales no se obtienen sin la pérdida de este mundo.

Jerónimo: Que lo oculta, no procede de la envidia hacia los demás, sino que como quien atesora lo que no quiere perder, esconde en su corazón lo que valora más que sus antiguas posesiones.

Greg., Hom. en Ev., xi, 1: De lo contrario; El tesoro escondido en el campo es el deseo del cielo; el campo en que está escondido el tesoro es la disciplina de la ciencia celestial; esto, cuando un hombre encuentra, lo esconde, para que pueda conservarlo; para el celo y los afectos hacia el cielo no basta que nos protejamos de los malos espíritus, si no nos protegemos de las alabanzas humanas. Porque en esta vida presente estamos en el camino que lleva a nuestra tierra, y espíritus malignos como ladrones nos asedian en nuestro viaje.

Por tanto, los que llevan su tesoro a la vista, buscan saquear en el camino. Cuando digo esto, no quiero decir que nuestros vecinos no deban ver nuestras obras, sino que en lo que hacemos, no debemos buscar elogios externos. El reino de los cielos se compara, por lo tanto, con las cosas de la tierra, para que la mente pueda elevarse de las cosas familiares a las cosas desconocidas, y pueda aprender a amar lo desconocido por lo que sabe que es amado cuando se conoce.

De ello se deduce: "Y por gozo de ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo". El es el que vende todo lo que tiene y compra el campo, el que, renunciando a los deleites de la carne, pisotea todos sus deseos mundanos en su ansiedad por la disciplina celestial. [nota de margen: Colosenses 2:3 ]

Jerónimo: O bien, ese tesoro "en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento", es Dios la Palabra, que parece estar escondido en la carne de Cristo, o las Sagradas Escrituras, en las que está guardado el conocimiento del Salvador.

Agosto, Cuest. en Ev., i, 13: O, Él habla de los dos testamentos en la Iglesia, los cuales, cuando alguien ha alcanzado una comprensión parcial de los mismos, percibe cuán grandes cosas yacen escondidas allí, y "va y vende todo lo que tiene". , y compra eso;" es decir, despreciando las cosas temporales, adquiere para sí la paz, a fin de enriquecerse en el conocimiento de Dios.

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