Considerad a aquel que soportó con firmeza tal oposición a manos de los pecadores, y comparad vuestra vida con la suya, para que no desmayéis ni os canséis en vuestras almas. Todavía no habéis tenido que resistir hasta el punto de la sangre en vuestra lucha contra el pecado.

El autor de Hebreos usa dos palabras muy vívidas cuando habla de desfallecer y cansarse. Son las palabras que usa Aristóteles de un atleta que se tira al suelo y se derrumba después de haber pasado el poste ganador de la carrera. Así que Hebreos en efecto está diciendo: "No te rindas demasiado pronto; no te derrumbes hasta que pases el puesto ganador.

Para instarles a ello utiliza dos argumentos.

(i) Para ellos la lucha del cristianismo aún no se ha convertido en una lucha mortal. Cuando habla de resistir hasta la sangre, utiliza la misma frase de los líderes macabeos cuando llamaban a sus tropas a luchar hasta la muerte. Cuando el escritor de Hebreos dice que su pueblo aún no ha resistido hasta el punto de la sangre, como dice Moffatt, "no los está culpando, los está avergonzando". Cuando piensan en lo que pasaron los héroes del pasado para hacer posible su fe, seguramente no pueden caer en el letargo o retroceder ante el conflicto.

(ii) Les ruega que comparen lo que tienen que sufrir con lo que sufrió Jesús. Renunció a la gloria que era suya; entró en toda la estrechez de la vida de la humanidad; enfrentó la hostilidad de los hombres; al final tuvo que morir en una cruz. Así que el autor de Hebreos en efecto exige: "¿Cómo puedes comparar lo que tienes que pasar con lo que él pasó? Él hizo todo eso por ti, ¿qué vas a hacer tú por él?"

Estos dos versículos enfatizan el costo esencial de la fe cristiana. Costó la vida de los mártires; le costó la vida al que era Hijo de Dios. Una cosa que cuesta tanto no puede descartarse a la ligera. Una herencia como esa no es algo que un hombre pueda dejar empañado. Estos dos versículos hacen la exigencia que le llega a todo cristiano: "Muéstrate digno del sacrificio que los hombres y Dios han hecho por ti".

LA DISCIPLINA DE DIOS ( Hebreos 12:5-11 )

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