Mateo 24:9-10

Entonces os entregarán a la aflicción, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las naciones por causa de mi nombre. Y entonces muchos tropezarán, y se traicionarán unos a otros, y se odiarán unos a otros.

Este pasaje muestra la honestidad intransigente de Jesús. Nunca prometió a sus discípulos un camino fácil; les prometió muerte, sufrimiento y persecución. En cierto sentido, una Iglesia real siempre será una Iglesia perseguida, mientras exista en un mundo que no es un mundo cristiano. ¿De dónde viene esa persecución?

(i) Cristo ofrece una nueva lealtad; y una y otra vez declaró que esta nueva lealtad debe superar todos los lazos terrenales. El mayor motivo de odio en los días de la Iglesia primitiva era el hecho de que el cristianismo dividía los hogares y las familias, cuando un miembro se decidía por Cristo y los demás no. El cristiano es alguien que está comprometido a dar a Jesucristo el primer lugar en su vida, y muchos choques humanos pueden resultar de eso.

(ii) Cristo ofrece un nuevo estándar. Hay costumbres, prácticas y formas de vida que pueden estar bien para el mundo, pero que están lejos de estar bien para el cristiano. Para muchas personas, la dificultad del cristianismo es que es un juicio sobre sí mismos y sobre su forma de vida en sus negocios o en sus relaciones personales. Lo incómodo del cristianismo es que cualquiera que no desee cambiar está destinado a odiarlo y resentirlo.

(iii) El cristiano, si es un verdadero cristiano, introduce en el mundo un nuevo ejemplo. Hay una belleza diaria en su vida que hace que la vida de los demás sea fea. El cristiano es la luz del mundo, no en el sentido de que critica y condena a los demás, sino en el sentido de que demuestra en sí mismo la belleza de la vida llena de Cristo y, por tanto, la fealdad de la vida sin Cristo.

(iv) Todo esto es para decir que el cristianismo trae una nueva conciencia a la vida. Ni el cristiano individual ni la Iglesia cristiana pueden saber nunca nada de un cobarde ocultamiento o de un cobarde silencio. La Iglesia y el cristiano individual deben constituir en todo momento la conciencia del cristianismo, y es característico de los hombres que hay muchas ocasiones en que desearían silenciar la conciencia.

Amenazas a la Fe ( Mateo 24:4-5 ; Mateo 24:11-13 ; Mateo 24:23-26 )