15 Lo que mostrará en sus estaciones Somos comúnmente apresurados en nuestros deseos, y no muy lejos de prescribir un día y una hora a Dios, como si dijéramos: que no debe retrasarse para realizar nada de lo que ha prometido; y por esa razón, el Apóstol aprovecha una oportunidad temprana de restringir la prisa excesiva, al esperar la venida de Cristo. Porque ese es el significado de las palabras, "que en sus estaciones mostrará". Cuando los hombres saben que no llega el momento adecuado para algo, lo esperan con más paciencia. ¿Cómo es que somos tan pacientes con el orden de la naturaleza, pero debido a que estamos restringidos por esta consideración, actuaremos de manera irrazonable si luchamos contra ella con nuestros deseos? Así sabemos que la revelación de Cristo tiene su tiempo señalado, por lo que debemos esperar pacientemente.

El bendito y único Príncipe Esos títulos espléndidos se emplean aquí para exaltar la autoridad principesca de Dios, a fin de que la brillantez de los príncipes de este mundo no deslumbre nuestros ojos. Y tal instrucción era, en ese momento, especialmente necesaria; porque por cuanto todos los reinos eran entonces grandes y poderosos, por tanta majestad y gloria de Dios fueron arrojados a la sombra. Porque todos los que gobernaban los reinos del mundo no solo eran enemigos mortales del reino de Dios, sino que se burlaban orgullosamente de Dios y pisoteaban su sagrado nombre bajo sus pies; y cuanto mayor era la arrogancia con la que despreciaban la verdadera religión, más felices se imaginaban ser. Desde ese aspecto de las cosas, ¿quién no habría concluido que Dios fue vencido y oprimido miserablemente? Vemos hasta qué punto de insolencia se levanta Cicero contra los judíos a causa de su humilde condición, en su oración por Flaccus.

Cuando los hombres buenos ven que los malvados están llenos de prosperidad, a veces son abatidos; y, por lo tanto, Pablo, con el propósito de retirar los ojos de los piadosos de ese esplendor transitorio, atribuye solo a Dios "bendición, principado y poder real". Cuando llama a Dios el único príncipe, no derroca al gobierno civil, como si no hubiera magistrados o reyes en el mundo, sino que significa que solo Él es quien reina de sí mismo y de su propio poder. Esto es evidente por lo que sigue, que agrega a modo de exposición:

Rey de reyes y Señor de señores La suma de esto es que todos los gobiernos del mundo están sujetos a su dominio, dependen de él y permanecen o caen a su voluntad, pero que la autoridad de Dios está más allá de toda comparación, porque todo lo demás no es nada en comparación con su gloria, y mientras se desvanecen y perecen rápidamente, su autoridad perdurará para siempre.

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