12 Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado. Él nos llama al fin principal de toda nuestra vida: para que podamos promover la gloria del Señor. Lo que agrega, sin embargo, es más especialmente digno de notar, que aquellos que han avanzado la gloria de Cristo también serán glorificados a su vez en él. Porque en esto, en primer lugar, brilla la maravillosa bondad de Dios: que él tendrá su gloria visible en nosotros que están cubiertos de ignominia. Esto, sin embargo, es un milagro doble, que luego nos irradia con su gloria, como si nos hiciera lo mismo a cambio. Sobre esta cuenta agrega, según la gracia de Dios y de Cristo. Porque aquí no hay nada que sea nuestro, ni en la acción misma, ni en el efecto o el fruto, ya que es solo por la guía del Espíritu Santo que nuestra vida está hecha para contribuir a la gloria de Dios. Y la circunstancia de que surja tanto fruto de esto debería atribuirse a la gran misericordia de Dios. Mientras tanto, si no somos peores que estúpidos, debemos apuntar con todas nuestras fuerzas al avance de la gloria de Cristo, que está conectada con la nuestra. Considero innecesario explicar en este momento en qué sentido él representa la gloria como perteneciente a Dios y a Cristo en común, como lo he explicado en otra parte.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad