11 Escuchamos que hay algunos entre ustedes. Es probable que este tipo de drones fueran, por así decirlo, la semilla del monje ocioso. Porque, desde el principio, hubo algunos que, con el pretexto de la religión, se liberaron con las mesas de los demás, o se aprovecharon astutamente de la sustancia de lo simple. También, incluso en la época de Agustín, llegaron a prevalecer tanto, que se vio obligado a escribir un libro expresamente contra los monjes ociosos, donde se queja con buena razón de su orgullo, porque, despreciando la advertencia del Apóstol, ellos no solo se disculpan por motivos de enfermedad, sino que desean parecer más santos que todos los demás, porque están exentos de trabajos. Él inveigh, con buena razón, contra esta falta de conveniencia, que, mientras los senadores son laboriosos, el trabajador, o la persona en la vida humilde, no vive simplemente en la ociosidad, (716) pero desearía que su indolencia pasara por santidad. Tales son sus puntos de vista. (717) Mientras tanto, el mal ha aumentado hasta tal punto que los vientres ociosos ocupan casi la décima parte del mundo, cuya única religión es estar bien relleno y tener exención de toda molestia (718) de trabajo. Y dignifican esta forma de vida, a veces con el nombre de la Orden, a veces con el de la Regla, de este o aquel personaje. (719)

Pero, ¿qué dice el Espíritu, por otro lado, por boca de Pablo? Los declara a todos como irregulares y desordenados, por cualquier nombre de distinción que puedan ser dignos. No es necesario relatar aquí cuánto ha desagradado invariablemente la vida ociosa de los monjes a las personas de juicio más sensato. Es un dicho memorable de un viejo monje, que está registrado por Sócrates en el octavo libro de la historia tripartita: que el que no trabaja con sus manos es como un saqueador. (720) No menciono otras instancias, ni es necesario. Que esta declaración del apóstol nos baste, en la cual él declara que son disolutos, y de una manera ilegal.

Haciendo nada. En los participios griegos hay un juego elegante (προσωνομασία) sobre las palabras, que he intentado imitar de alguna manera, dándoles el significado de que no hacen nada, pero que tienen suficiente para hacer en el forma de curiosidad (721) Él censura, sin embargo, una falla con la cual las personas ociosas son, en su mayor parte, imputables, que, al apresurarse de manera irracional, causan problemas para ellos mismos y para los demás. Porque vemos que aquellos que no tienen nada que hacer están mucho más cansados ​​de no hacer nada, que si se estuvieran empleando en un trabajo muy importante; corren de un lado a otro; donde quiera que vayan, tienen la apariencia de una gran fatiga; reúnen todo tipo de informes y los ponen en circulación de manera confusa. Dirías que ellos soportaron el peso de un reino sobre sus hombros. ¿Podría haber un ejemplo más notable de esto que el que hay en los monjes? ¿Para qué clase de hombres tienen menos descanso? ¿Dónde reina más la curiosidad? Ahora, como esta enfermedad tiene un efecto ruinoso sobre el público, Paul advierte que no debe ser alentada por la ociosidad.

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