4. Y ustedes, padres. A los padres, por otro lado, se les exhorta a no irritar a sus hijos por una severidad irrazonable. Esto excitaría el odio y los llevaría a deshacerse del yugo por completo. Por consiguiente, al escribir a los colosenses, agrega, "para que no se desanimen". (Colosenses 3:21.) El trato amable y liberal tiende más bien a reverenciar a sus padres y a aumentar la alegría y la actividad de su obediencia, mientras que una manera dura y cruel los despierta a la obstinación y destruye Los afectos naturales. Pero Pablo continúa diciendo: "que sean apreciados con cariño"; para la palabra griega, (ἐκτρέφετε,) que se traduce mencionar, indudablemente transmite la idea de gentileza y tolerancia. Sin embargo, para protegerlos contra el mal opuesto y frecuente de la indulgencia excesiva, él nuevamente tira de las riendas que había aflojado y agrega, en la instrucción y reprensión del Señor. No es la voluntad de Dios que los padres, en el ejercicio de la bondad, perdonen y corrompan a sus hijos. Deje que su conducta hacia sus hijos sea suave y considerada a la vez, para guiarlos en el temor del Señor y corregirlos también cuando se extravíen. Esa edad es tan apta para volverse desenfrenada, que requiere amonestación y moderación frecuentes.

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