22. Tu alegría que ningún hombre te quitará. El valor de la alegría aumenta enormemente por su perpetuidad; porque se deduce que las aflicciones son leves y deben ser soportadas con paciencia, porque son de corta duración. Con estas palabras, Cristo nos recuerda cuál es la naturaleza de la verdadera alegría. El mundo debe ser inevitablemente privado de sus alegrías, que solo busca en las cosas que se desvanecen; y, por lo tanto, debemos llegar a la resurrección de Cristo, en la cual hay solidez eterna.

Pero te veré de nuevo. Cuando dice que verá a sus discípulos, quiere decir que los visitará nuevamente por la gracia de su Espíritu, para que puedan disfrutar continuamente de su presencia.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad