19. Y por sus ventas me santifico. Con estas palabras, explica más claramente de qué fuente fluye esa santificación, que se completa en nosotros con la doctrina del Evangelio. Es porque él se consagró al Padre para que su santidad pueda venir a nosotros; porque como la bendición de los primeros frutos se extiende por toda la cosecha, el Espíritu de Dios nos limpia por la santidad de Cristo y nos hace partícipes de ella. Tampoco esto se hace solo por imputación, porque a ese respecto se dice que nos ha sido hecho justicia; pero también se dice que se nos hizo santificación (1 Corintios 1:30) porque, por así decirlo, nos presentó a su Padre en su propia persona, para que podamos ser renovados a la verdadera santidad por su Espíritu Además, aunque esta santificación pertenece a toda la vida de Cristo, la más alta ilustración se dio en el sacrificio de su muerte; porque entonces se mostró como el verdadero Sumo Sacerdote, consagrando el templo, el altar, todos los vasos y el pueblo, por el poder de su Espíritu.

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