21. Pero el que hace la verdad Esto parece ser una afirmación incorrecta y absurda, a menos que elija admitir que algunos son honestos y verdaderos, antes de que se hayan renovado por el Espíritu de Dios, que no está en absoluto de acuerdo con la doctrina uniforme de la Escritura; Porque sabemos que la fe es la raíz de la cual brotan los frutos de las buenas obras. Para resolver esta dificultad, dice Agustín, que hacer la verdad significa "reconocer que somos miserables e indigentes de todo poder de hacer el bien". y, ciertamente, es una verdadera preparación para la fe, cuando una convicción de nuestra pobreza nos obliga a huir a la gracia de Dios. Pero todo esto está ampliamente alejado del significado de Cristo, ya que tenía la intención de decir simplemente que aquellos que actúan sinceramente no desean nada más fervientemente que la luz, para que sus obras puedan ser probadas; porque, cuando se ha hecho tal prueba, se hace más evidente que, a la vista de Dios, hablan la verdad y están libres de todo engaño. Ahora sería un razonamiento no concluyente, si inferiéramos de esto, que los hombres tienen una buena conciencia antes de tener fe; porque Cristo no dice que los elegidos crean, para merecer la alabanza de las buenas obras, sino solo lo que los incrédulos harían, si no tuvieran una mala conciencia.

Cristo empleó la palabra verdad, porque, cuando somos engañados por el brillo exterior de las obras, no consideramos lo que está oculto en su interior. En consecuencia, dice, que los hombres que son rectos y libres de hipocresía voluntariamente van a la presencia de Dios, quien solo es el juez competente de nuestras obras. Porque se dice que esas obras se hacen en Dios o de acuerdo con Dios, que Él aprueba y que son buenas según Su gobierno. Por lo tanto, aprendamos que no debemos juzgar las obras de ninguna otra manera que no sea llevarlas a la luz del Evangelio, porque nuestra razón es totalmente ciega.

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