3. Con respecto a su propio Hijo, etc. - Este es un pasaje notable, por el cual se nos enseña que todo el evangelio está incluido en Cristo, de modo que si alguno quita un paso de Cristo, se retira del evangelio. Ya que él es la imagen viva y expresa del Padre, no es de extrañar que solo él se presente ante nosotros como alguien a quien debe dirigirse toda nuestra fe y en quién debe centrarse. Es entonces una definición del evangelio, por el cual Pablo expresa lo que se comprende sumariamente en él. He traducido las palabras que siguen, Jesucristo nuestro Señor, en el mismo caso; lo que me parece más agradable con el contexto. Por lo tanto, aprendemos que el que ha logrado la debida competencia en el conocimiento de Cristo, ha adquirido todo lo que se puede aprender del evangelio; y, por otro lado, que aquellos que buscan ser sabios sin Cristo, no solo son tontos, sino incluso completamente locos.

Quién fue hecho, etc. - Se deben encontrar dos cosas en Cristo, para que podamos obtener la salvación en él, incluso la divinidad y la humanidad. Su divinidad posee poder, rectitud, vida, que por su humanidad nos son transmitidas. Por lo tanto, el Apóstol ha mencionado expresamente tanto en el Resumen que da del evangelio, que Cristo se manifestó en la carne, y que en él se declaró el Hijo de Dios. Entonces dice Juan; Después de haber declarado que la Palabra se hizo carne, agrega, que en esa carne había gloria como del unigénito Hijo de Dios. (Juan 1:14.) Que nota especialmente el descenso y el linaje de Cristo de su antepasado David, no es superfluo; porque con esto él vuelve a llamar nuestra atención a la promesa, de que no podemos dudar sino de que él es la persona que se había prometido anteriormente. Tan bien conocida fue la promesa hecha a David, que parece haber sido algo común entre los judíos llamar al Mesías el Hijo de David. Esto entonces, que Cristo surgió de David, se dijo con el propósito de confirmar nuestra fe.

Él agrega, según la carne; y agrega esto, para que podamos entender que tenía algo más excelente que la carne, que trajo del cielo, y que no le quitó a David, ni siquiera lo que luego menciona, la gloria de la naturaleza divina. Con estas palabras, Pablo no solo declara que Cristo tenía carne real, sino que también distingue claramente a su humano de su naturaleza divina; y así refuta el delirio impío de Servet, quien asignó carne a Cristo, compuesto de tres elementos no tratados.

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