7. Saludo a Andrónico Aunque Pablo no acostumbra a hacer mucho parentesco y otras cosas que pertenecen a la carne, pero como la relación que Junia y Andrónico tenían con él, podría aprovechar un poco para hacerlos más conocidos, no descuidó esta recomendación. Hay más peso en el segundo elogio, cuando los llama sus compañeros de prisión; (476) porque entre los honores pertenecientes a la guerra de Cristo, los bonos no se tienen en cuenta lo más mínimo. En tercer lugar, los llama apóstoles: no usa esta palabra en su significado propio y común, sino que la extiende más allá, incluso a todos aquellos que no solo enseñan en una Iglesia, sino que también dedican su trabajo a promulgar el evangelio en todas partes. Luego, de manera general, llama a los apóstoles de este lugar, que plantaron iglesias llevando aquí y allá la doctrina de la salvación; porque en otra parte él limita este título al primer orden que Cristo estableció al principio, cuando nombró a los doce discípulos. Hubiera sido extraño que esta dignidad solo se les atribuya a ellos y a algunos otros. Pero como habían abrazado el evangelio por fe antes que Pablo, él duda en no ponerlos en esta cuenta antes que él. (477)

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