ὁ πατὴρ … αὐτοῦ. Estas expresiones absolutas, "el Padre", "el Hijo", se refieren más naturalmente al evangelista que al Bautista. Este uso absoluto de “el Hijo” como una designación de Cristo ciertamente sugiere, si no prueba, la divinidad propia de Cristo. Es la designación favorita en este Evangelio. El amor del Padre por el Hijo es la razón por la que le da el Espíritu: es más, explica que haya encomendado todas las cosas en su mano; πάντα δέδωκεν ἐν τῇ χειρὶ αὐτοῦ, es decir, poseer y gobernar.

“Facit hic amor, quo Filium amplexus nos quoque in eo amplectitur, ut per illius manum nobis bona sua omnia communicet” Calvino. Pero Calvino no comete el error de suponer que las palabras significan “por medio de Su mano”; cf. Beza. Dios ha hecho de Cristo Su plenipotenciario para este mundo y lo ha hecho por Su amor. Entonces fue una bendición para Cristo venir a este mundo y ganárselo para sí mismo. No hay historia, movimiento o vida de Dios tan gloriosa como la historia de Dios encarnado.

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