versión 27 . Ella le dice : Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que había de venir al mundo.

Ver en esta confesión de Marta, como han hecho algunos, sólo una simple confesión de falta de comprensión con referencia a las palabras precedentes de Jesús: “No comprendo todas estas cosas profundas de que me hablas, pero te considero el Mesías”, es extrañamente despreciar su significado. Este sentido daría a esta escena de tan grave trascendencia un carácter casi ridículo.

Por su respuesta: Sí, Señor , Marta se apropia ciertamente de todo lo que Jesús acaba de afirmar respecto a su persona. Sólo que no se siente en condiciones de formular espontáneamente su fe en las cosas que para ella son tan nuevas, y se sirve de términos que le son familiares para expresar el pensamiento de que Jesús es para ella todo lo que es el más grande, y que, por mucho que afirme respecto de su persona, nunca dirá demasiado de la fe de quien le habla.

El Cristo: el fin de las revelaciones y dispensaciones teocráticas; el Hijo de Dios: evidentemente algo más que el Cristo , a menos que haya aquí una tautología ociosa: el personaje en quien Dios se manifiesta como en ningún otro, y que está en una relación íntima y misteriosa con Dios. La expresión: el que viene al mundo , no es un tercer título, sino una aposición explicativa de los otros dos.

El participio presente ἐρχόμενος, que viene , es el presente de idea: el que, según la promesa divina, debe venir, y de hecho viene. El mundo: el teatro previsto de su actividad mesiánica. Hay una gran verdad psicológica en esta respuesta de Marta: al designarlo así, implícitamente reconoce que Él es precisamente todo lo que ha dicho: la resurrección y la vida. ᾿Εγώ: Yo a quien preguntas; πεπίστευκα (perfecto): esta es una convicción que he adquirido.

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