Que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios. Nuestra predicación debe ser del tipo que acabamos de mencionar, para que vuestra fe, es decir , vuestra conversión a la fe de Cristo, no se atribuya a la sabiduría y elocuencia humana, sino al poder y obra de Dios. Tu fe debe basarse en la sabiduría de Dios, no en la del hombre. (Anselmo y otros.)

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