Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. De aquí entendemos, dice S. Agustín, "que es nuestro prójimo a quien debemos mostrar compasión, si la necesita, y la habría mostrado si la hubiera necesitado". De ahí se sigue que incluso aquel que debe mostrarnos a su vez este deber es nuestro prójimo. Porque el nombre de prójimo se refiere a otra cosa, y nadie puede ser prójimo sino de un prójimo.

Por lo tanto, es claro que a nadie, ni siquiera a nuestro enemigo, se le puede negar la misericordia. Y S. Agustín añade muy acertadamente: "¿Qué más alejado que Dios de los hombres? Porque Dios posee dos perfecciones, la justicia y la inmortalidad. Pero el hombre dos males, el pecado y la muerte. Dios se hizo hombre, y tan semejante a nosotros, pero no semejante a nosotros". nosotros, porque Él era sin pecado, y al llevar el castigo, pero no la culpa del pecado, Él abolió tanto la culpa como el castigo".

Isidoro de Pelusium asigna la causa. La relación se cuenta según la naturaleza, no según la virtud; en esencia, no por valor; por compasión, no por lugar; por la forma de trato, no por el barrio. Porque debemos considerarlo como el prójimo que más necesita nuestra ayuda, y estar dispuestos a prestarle ayuda de inmediato.

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