Y había cierto mendigo , un hombre pobre, según el árabe. Un mendigo, pobre en posesiones terrenales, pero rico en virtudes y en paciencia; llamado Lázaro.

"La mención del nombre", dice S. Ambrosio, "muestra que se trata de una narración, no de una parábola"; y S. Cirilo nos dice, "que según la tradición de los judíos, había en ese tiempo en Jerusalén un hombre pobre llamado Lázaro, aparentemente llamado así porque estaba puesto a la puerta del hombre rico para orar por la ayuda que tanto necesitaba".

Porque Lázaro es en hebreo לצזר, laazar, "ad adjuvandum". De ahí que S. Crisóstomo y Agustín expliquen el nombre en el sentido de auxiliado, o mejor dicho, del que debe ser auxiliado, pues Lázaro, llamando la atención sobre sus llagas, así como exclamó, veis mi miseria, socorredme en mi miseria.

Fue puesto . ε̉βέβλητο , fue colocado por portadores en las puertas de los ricos o en las entradas de los templos como un cadáver que respira, privado del poder de movimiento. "Él yacía", dice Titus, "cada día y cada día en la más abyecta miseria, descuidado, contado como nada, descuidado y desprotegido". “Para que”, dice S. Crisóstomo, “el rico, al salir y al entrar, pudiera mirarlo y ver su miserable estado.

"Por las cuales cosas", como enseña S. Gregorio ( Hom. 40), "nuestro Señor ha explicado sus dos juicios, la mayor condenación de los despiadados Dives, y la mayor aceptación y recompensa del sufriente Lázaro. Porque ¿cuán grandes —pregunta— pensáis que fueron las tentaciones que tuvo que resistir el pobre y sufriente mendigo, cuando vio hambriento y enfermo al rico gozar de la salud y de las delicias de la vida? Vencido por el dolor y el frío, lo vio vestido de púrpura y de lino fino y regocijándose en las cosas buenas de esta vida.

Cuando fue abatido por la naturaleza de su dolencia y en necesidad, lo vio en plena prosperidad, pero sin importar las necesidades de los demás. ¡Qué tormenta de tentación, hermanos míos, podemos pensar que debe haber habido en el corazón del mendigo, para quien la pobreza o la enfermedad, por sí solas, habrían sido un castigo suficiente! Pero para ser más probado, se sometió a ambos males, y vio, además, que mientras el rico estaba rodeado de amigos y partidarios halagadores, no tenía a nadie que lo visitara en su miseria y necesidad".

Lleno de llagas. No sólo pobres sino enfermos είλκωμένος , cubiertos de úlceras. De ahí que muchos piensen que Lázaro era un leproso, y por eso lo consideran el santo patrón de los enfermos de lepra, que se llaman Lázaros, y sus hospitales Lazaretos, por su nombre.

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