Juan estaba en el desierto bautizando y predicando el bautismo de penitencia para la remisión de los pecados . Que esta remisión debía ser recibida de Cristo y Su bautismo, que era la perfección y consumación del bautismo de Juan. para Cristo como el Rey de los cielos, predicó que el reino debe ser recibido por su gracia, de la cual la primera parte es la remisión de los pecados, la cual se da por el bautismo de Cristo, por cuanto está provisto y como animado. por el Espíritu y la gracia de Cristo, según las palabras de Juan

( en Mateo 3:11 ), "Yo a la verdad os bautizo en agua para penitencia, pero el que ha de venir después de mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. "

E inmediatamente el Espíritu lo impulsó (gr. ε̉κβάλλει , es decir, envía , expulsa ) al desierto. El Espíritu , es decir , el Espíritu Santo, que poco antes había descendido sobre Él en Su bautismo en forma de paloma. Empujó , es decir, impulsó a Cristo con gran poder de espíritu y ardor, para que, por Su propia voluntad, fuera al desierto, y allí, como en una palæstra , se enfrentara a Sí mismo en combate singular con el diablo.

Y estuvo en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, y fue tentado (gr. πειραζόμενος , es decir, sufriendo la tentación ). De ahí que muchos piensen que Cristo durante los cuarenta días fue frecuentemente tentado por Satanás, por medio de varios espectros y monstruos horribles, como el demonio presentado a S. Antonio, para aterrorizarlo y distraer su mente de la oración. Así franco. Lucas. Pero parece mejor tomar a Marcos como hablando sólo de las tres conocidas tentaciones ( ver lo dicho en Mateo 4:2 ).

Y estaba con las bestias (gr. θηζίων , bestias salvajes ). Esta es una insinuación de la excesiva soledad del lugar, así como de la inocencia de Cristo. Aunque estaba en un lugar tan desierto, con leones, lobos, leopardos, serpientes, sin embargo, no les temía, ni fue herido por ellos. Así como Adán, mientras fue inocente, vivió con tales criaturas sin daño en el Paraíso. Porque todos lo admiraban y lo reverenciaban como a su señor.

Y los ángeles le servían. No antes de su tentación y victoria, como supone Beda. Porque si fuera así, Jesús habría sido reconocido por el diablo como el Hijo de Dios; ni el diablo se habría atrevido a acercarse a Él. Pero fue después de la tentación y de la victoria, como queda claro en Mat. IV. 11. Y por esto, para que Jesús manifieste en su persona que el consuelo y el consuelo y el ministerio de los ángeles ha sido preparado por Dios para los que vencen las tentaciones.

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