quien nos consuela en toda nuestra aflicción, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. [Pablo consideraba la aflicción como una escuela en la que uno que es consolado por Dios es instruido y capacitado para convertirse en dispensador de consuelo para los demás. Bendice a Dios por tan excelsa y bendita instrucción.]

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento