"Pies como latón fundido". Fuerza y ​​majestad están en su marcha. Pies veloces para ceñir la tierra; incansable por andar a zancadas a lo largo de los siglos; fuerte para pisotear a todos sus enemigos. "Su voz como el sonido de muchas aguas", dulce y grave como el arroyo que canta a su paso a través del prado, o lleno de majestuosidad y grandeza cuando habla el lenguaje del juicio y el miedo, como el rugido de las olas furiosas cuando truenos sobre la orilla. Para los que no escuchan la una, Cristo reserva la otra. Hay tales contrastes en Cristo porque los hay en los hombres.

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