6. Filadelfia.

contra 7-13. Aquí hay una iglesia a la que Cristo otorga alabanza pura. Tenía "pocas fuerzas"; pocos en número y pobres en recursos. Las vicisitudes de la ciudad, a causa de los terremotos en la formación de lava, quizás los mantuvieron en la pobreza. Pero pobres en los bienes de este mundo eran ricos para con Dios. La dependencia continua de Dios y su providencia es fructífera en confianza y compañerismo. Obsérvese nuevamente que este pueblo cuya iglesia fue la sal de la tierra ha resistido las vicisitudes de los siglos y es hoy un monumento del poder protector de Dios. La promesa de Cristo fue: "Por cuanto has guardado mi palabra, yo te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir sobre el mundo entero".

Filadelfia tuvo sus pruebas de esa misma "sinagoga de Satanás" que turbó a Esmirna; pero el triunfo supremo de su piedad y fidelidad se expresa así: "Haré que vengan y adoren delante de tus pies, y que sepan que te he amado". El poder de su testimonio y la piedad de sus vidas conquistaron y ganaron a sus enemigos. ¿Qué triunfo podría superar eso? La iglesia ferviente, fiel y piadosa no dejará de dar sus frutos en la conversión del mundo. A tal iglesia el Señor le ha presentado "una puerta abierta".

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