1 Juan 5:11-12 . Y el testimonio es este, que Dios nos dio vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Estas palabras finales con respecto a ese testimonio del que habla el comienzo de la Epístola, van más allá de todo lo dicho hasta ahora. Declaran que el testimonio de los apóstoles acerca de 'la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó' es el testimonio de Dios mismo, y además que es el único testimonio supremo, la suma y sustancia de todos los testimonios.

Aquí tenemos el cierre de toda la sección; y este último dicho debe arrojar su luz sobre todos. El testimonio del agua y la sangre era simplemente este, que había venido Aquel que era el don de la vida eterna para el hombre: Su bautismo con el Espíritu fue Su recepción del Espíritu de vida para nosotros; Su bautismo de sangre fue nuestra liberación de la muerte. El testimonio de la sangre y el agua que brotaron de Su costado fue simplemente el testimonio del cielo de que la liberación de la muerte y la impartición de una nueva vida eran el único don de Su pasión expiatoria: la única corriente mezclada que fluía para siempre de Su Persona levantada.

El que rechaza esto, resiste la atracción del Hijo del hombre, y hace mentiroso al Señor que dio los sellos. Las siguientes palabras realmente terminan la Epístola con un enfático dicho aforístico que repite las palabras concernientes al testimonio subjetivo, cuya presencia y ausencia es la prueba final de la verdad para toda profesión de cristianismo. San Juan no conoce 'creer en Dios' que no sea 'confiar en el testimonio'; y no conoce la confianza en el testimonio que no es seguida por 'el testimonio en sí mismo'; y el testigo interno no debe tener el conocimiento del perdón, o la seguridad de la filiación, como en St.

Pablo, pero éstos como contenidos en la posesión de 'la vida;' y, finalmente, la vida es con él nada menos que el mismo Hijo poseído. El Hijo de Dios tiene vida en Sí mismo eternamente; Él es la fuente de la vida redimida; y Él es el autor o Príncipe de esa vida en cada creyente. El testimonio final de la Biblia porque no hay nada después de estas palabras es que el que tiene al Hijo tiene la vida : la vida que es comunión con Dios, que el pecado perdió, le es devuelta en unión con Jesús.

No puede ser restaurado por ningún otro medio que por la unión con la vida divina que ha sido dada al hombre 'corporalmente' en Cristo: el incrédulo o incrédulo, que rechaza el testimonio de Dios acerca de Su Hijo, se dice en este testimonio que permanece en la muerte, o más bien estar sin la vida. El que no tiene al Hijo no tiene la vida. Hay muchos terrores amenazados en otros lugares contra el despreciador de Dios y el que rechaza a Cristo; pero aquí, en el testimonio final, el triste final de todo se expresa en su terrible negación, 'la vida que no tiene'.

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