Solo ahora Pedro presenta los sufrimientos de sus lectores. Antes de nombrarlos, ha hecho pasar en rápida visión ante su ojo inquieto las luminosas realidades de su privilegio. Los ha llevado a mirar la esperanza que hay en ellos, y el futuro que está delante de ellos. Y cuando viene ahora a hablar de los males que tuvieron que afrontar, tiene más que decir de sus sentimientos que de sus tentaciones. Con toque rápido y tierno maneja sus aflicciones, suavizando su agudeza al revelar su objeto.

Sabiamente y con delicada habilidad, da forma a su declaración para traer la luz del futuro sobre la oscuridad del presente, y hacer de las cargas del tiempo un argumento para la alegría. Leighton ha captado correctamente, si no completamente, la intención del párrafo, expresándola también con su propia sencillez devota. 'Los motivos domesticados', dice, 'no pueden engendrar pasiones contrarias en el alma, por lo que el apóstol reduce la mezcla de tristeza y alegría que es habitual en el corazón de un cristiano a las diferentes causas de ambas, y muestra cuál de las dos tiene la causa más fuerte, y por lo tanto es siempre predominante.

Su objetivo es suscitar y fortalecer el gozo espiritual en sus hermanos afligidos; y por tanto, habiéndoles expuesto el asunto en los versículos precedentes, ahora lo aplica, y lo opone expresamente a sus angustias.'

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