Exhortación a la Santidad de Vida.

Así como en todas sus epístolas Pablo al menos concluye con una extenuante y plena inculcación de deberes morales, aquí reitera a los tesalonicenses aquellos preceptos y advertencias que él había visto necesarios mientras él mismo estaba entre ellos. No menos que en otras ciudades griegas, existía en Tesalónica el peligro de que los pecados de impureza mancharan el carácter de la joven comunidad cristiana. Pablo, por lo tanto, les ruega muy fervientemente que se mantengan puros de tales pecados, que se aprovechen de la salvaguardia natural contra la falta de castidad, y que vuelvan siempre a la consideración de que era su santidad y pureza de toda contaminación lo que Dios pretendía cuando los llamó.

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Antiguo Testamento