Enterrado con él en el bautismo ; renunciando abiertamente al pecado y profesando públicamente que lo odiamos y lo abandonamos; mostrando así su muerte a su poder reinante.

Resucitado con él ; de su muerte en el pecado, creyendo en él, y experimentando así en sus propias personas el mismo poder divino que resucitó a Cristo de entre los muertos.

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Antiguo Testamento