en la carne ; en su estado natural, sin más motivo de justificación que la obediencia a la ley, y bajo la necesidad de obedecerla perfectamente o sufrir su maldición. Sus estrictos requisitos y sus terribles amenazas, en lugar de inducirlos a amarlo y obedecerlo, fueron la ocasión, por su maldad, de excitar contra él mayor odio y más violenta rebelión; así, en el lenguaje del Espíritu Santo, "llevando fruto para muerte".

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Antiguo Testamento