Yo ... sufro estas cosas ] este encarcelamiento, etc. En quien he creído ] es decir , en quien he confiado. Lo que le he encomendado ] él mismo y todas sus esperanzas.

13, 14 . Así como Dios mantendrá a salvo lo que le ha sido encomendado, así Timoteo está, con la ayuda del Espíritu Santo, para guardar lo bueno.encomendado a ti, y ese bien es la forma de las sanas palabras, que has oído de mí. No hay nada tan cerca del corazón del anciano Apóstol, que sabía que él mismo estaba a punto de partir del mundo, como que la fe que él mismo había recibido y predicado debería ser considerada y atesorada como un depósito sagrado, dejado a cargo de la Iglesia para la salvación de la humanidad. La Primera Epístola termina con un llamamiento sincero para que se quede con el depósito, y la Segunda Epístola comienza con el mismo cargo. Porque uno de los deberes principales de los obispos y gobernantes de la Iglesia es hacer que su clero, descarriado en el error, se apegue al "modelo" primitivo (RV) de doctrina que se nos presenta en las sanas palabras del Evangelio.

15-18 . Instando a Timoteo a ser fiel a lo que le había enseñado, San Pablo señala dos casos, en el primero de los cuales sus conversos habían mostrado infidelidad y en el segundo coraje. Los cristianos asiáticos, es decir, algunos —en su amargo desencanto san Pablo dice todo— de los que vivían en el Asia proconsular, representados por Figelo (así parece ser la grafía del nombre) y Hermógenes , de quien no sabemos nada. más, había repudiado la autoridad de San Pablo. Por otro lado, Onesiphorusle había servido valientemente en su encarcelamiento en Roma, y ​​antes de eso en Éfeso. En memoria de su bondad, San Pablo ora para que Dios bendiga a su familia y expresa la aspiración de que se le muestre misericordia en el último día. De la forma de la expresión, y del hecho de que tanto aquí como en 2 Timoteo 4:19 solo se menciona la casa de Onesíforo, se ha inferido con considerable probabilidad que Onesíforo estaba muerto. En esta suposición, muchos eruditos protestantes encuentran en la expresión de San Pablo un ejemplo de oración por una persona fallecida, pero otros lo consideran solo como una esperanza o deseo piadoso.

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