Y deben dejarla a ella y a su amado por el momento sin ser molestados por los bailes festivos y las canciones. La solicitud se repite Cantares de los Cantares 3:5 ; Cantares de los Cantares 8:4 , y en cada ocasión, evidentemente, está destinado a marcar una de las principales divisiones del poema. La conjura, por las gacelas (RM), y por las ciervas del campo, es sugerida por la belleza y la timidez de esas graciosas criaturas.

Corriendo hacia su amante, de buena gana pasaría la hora de la siesta, el caluroso mediodía, con él. Al no encontrarlo, tendría que vagar sin rumbo fijo (RM) junto a los otros pastores, en los que no se interesaba.

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