Cuando lo oyeron, glorificaron al Señor, el Señor Jesucristo, por esta maravillosa demostración de su presencia y gracia con su siervo; y dijo: ¿Ves, hermano, cuántos miles de judíos hay que creenMuchos de estos, sin duda, habían venido de diferentes partes del país, y algunos, probablemente, de provincias remotas a Jerusalén, con motivo de esta fiesta. Bien podría nuestro Señor comparar su religión con un grano de mostaza, ya que se había extendido tanto en tan poco tiempo. Su comienzo fue pequeño, los instrumentos empleados para propagarlo aparentemente mezquinos, los prejuicios y la obstinación de los judíos muy grandes, y sin embargo, en unos veintiocho o treinta años después de la ascensión, el número de quienes lo habían abrazado y estaban en un momento en la misma ciudad, se declara en muchos miles, o más bien miríadas , (μυριαδες,) o diez mil. Y todos son celosos de la ley Para toda la dispensación mosaica, suponiendo que fuera de obligación perpetua para toda la nación judía, sin excepción de aquellos que habían abrazado el cristianismo.

Y son informados de ti a través del prejuicio y la falsedad de tus enemigos; que enseñes a todos los judíos a abandonar a Moisés , etc. Esto, al parecer, fue un cargo falso presentado contra Pablo. No tenemos pruebas de que enseñó a los judíosde abstenerse de circuncidar a sus hijos, o de abandonar la ley de Moisés. Por el contrario, parece que, sabiendo que la ley es la ley civil o política de Judea, siempre les ordenó cumplir con sus instituciones, como medio para preservar sus ritos y privilegios políticos, hasta que Jerusalén fuera destruida (que él previó que sería,) y su estado libre asociado se disolvió; incluso cuando ordenó a los gentiles convertidos que obedecieran las buenas leyes de los países donde residían. Lo que realmente enseñó acerca de la ley de Moisés fue que ni los judíos ni los gentiles podían ser salvados por sus instituciones, que era la doctrina igualmente de Santiago, y de los ancianos, y de todos los miembros más inteligentes de la iglesia en Jerusalén; como está implícito en lo que dice Santiago, Hechos 21:25 ;en cuanto a los gentiles que creen, hemos llegado a la conclusión de que no observan tal cosa. Porque si los gentiles no necesitaran observar la ley de Moisés, la obediencia a ella no podría ser necesaria para la salvación de ninguna persona.

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