La necedad de Dios es más sabia que los hombres. Como es absolutamente imposible que haya necedad o debilidad en Dios, es cierto que el mundo, en general, no creía que existiera; y consecuentemente estas fuertes frases deben usarse en un sentido muy peculiar, y deben significar ese esquema que era realmente suyo, aunque el mundo, por no comprenderlo, lo representó como debilidad y necedad, indigno de Dios. Ver Doddridge.

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