Todas las veces que comáis este pan , no es de extrañar que un texto, en el que este elemento se llama tan claramente pan, después de la consagración, se instase en contra de la doctrina papista de la transubstanciación: significa poco para los partidarios de esa opinión el alegar , que las Escrituras a veces llaman a las cosas cambiadas por el nombre de la cosa de la que fueron hechas (como a Adán se le llama polvo, Génesis iii 19. La serpiente de Aarón una vara, Éxodo 7:12 .) o las llaman según su apariencia sensible (como Josué 5:13 . Marco 16:5.); pues estos casos se vuelven más bien contra ellos, probando que donde la interpretación literal es evidentemente absurda, debemos recurrir a la figurativa.

Nada puede ser más irrazonable que referir la última cláusula de este versículo, como hacen los cuáqueros, al tiempo en que Cristo vendría, mediante su iluminación espiritual en sus mentes, para apartarlos de las ordenanzas carnales; porque, para no insistir, tenemos por lo menos tanta necesidad de la Cena del Señor como la tenían los cristianos primitivos, no teniendo muchas de las ventajas que tenían, como los dones milagrosos, etc., es evidente que el gran la venida de Cristo por el Espíritu fue, cuando fue derramada en el día de Pentecostés; un evento muchos años antes de la fecha de esta epístola. Véase Doddridge, Stillingfleet y Tillotson.

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