Extiende aquí tu dedo, etc. Se puede observar que nuestro Señor aquí repite las mismas palabras de las que se había valido Tomás; y así demostró, no sólo que había resucitado, sino también que poseía el conocimiento divino, por ser consciente de las palabras y acciones de los hombres, aunque habladas o hechas en secreto. También se puede observar que el mismo Spinosa no pudo encontrar objeciones más plausibles contra esta evidencia de la resurrección de Cristo, que decir que los discípulos fueron engañados en lo que imaginaban que veían, oían y sentían; lo cual, si se concediera, permitiría en efecto que ningún hombre pudiera ser juez competente de ningún hecho relativo a sus propias sensaciones; y, en consecuencia, derribaría todo testimonio humano.

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