Este versículo continúa la prueba de que todos los cristianos son, en el sentido más amplio, "hijos de Dios". Gálatas 3:27 mostró por qué esto era así; el versículo presente muestra que no hay excepciones, ni desigualdades. Todos los cristianos por igual, sin importar su raza, estatus o sexo, están en la misma base de la filiación ante Dios. Hay unidad o solidaridad en el cuerpo cristiano. Lo que es cierto para uno, es cierto para todos.

Griego. - La difusión de la raza griega a través de las conquistas de Alejandro, su presencia ubicua y el uso de la lengua griega como medio de comunicación universal, llevó a que el nombre “griego” se aplicara a todos los que no eran judíos. "Judío y griego" pretende ser una división exhaustiva de la raza humana, como "vínculo o libre", "masculino y femenino".

Este versículo marca el inmenso paso que dio el cristianismo para eliminar las distinciones artificiales que habían sido la ruina del mundo antiguo y evitar que surgiera en él cualquier verdadero sentimiento de hermandad. El cristianismo, de un plumazo, estableció la hermandad y abolió las distinciones.

Uno. - La palabra "uno" es masculina - "un hombre", "una sola persona" - como se explica en la paráfrasis anterior.

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