Versículo 11. Y que toda lengua confiese...  Que todos los antes mencionados reconozcan que Jesucristo es el Señor, o gobernador absoluto, y así glorifiquen a Dios Padre, que ha exaltado esta naturaleza humana a este estado de gloria inefable, en virtud de su pasión, muerte, resurrección y de la expiación que ha realizado, por la cual se han ilustrado tantos atributos de la naturaleza divina, se ha magnificado y honrado la ley divina y se ha proporcionado una gloria eterna al hombre.

Otros, por las cosas del cielo, entienden los santos ángeles; por las cosas de la tierra, los seres humanos en general; y por las cosas de debajo de la tierra, los espíritus caídos de todo tipo. Tal vez las tres expresiones están destinadas a comprender todos los seres de todo tipo, todas las criaturas; como es habitual entre los hebreos, y de hecho entre todas las naciones antiguas, expresar, por las cosas en el cielo, las cosas en la tierra y las cosas bajo la tierra, todos los seres de todo tipo; la naturaleza universal. Véanse formas similares de hablar,  Éxodo 20:4 ; Deuteronomio 4:17 ; Deuteronomio 4:18 ; Salmo 96:11 ; y Ezequiel 38:20 . Pero los seres inteligentes parecen ser los principales destinatarios de las palabras del apóstol; pues parece que nada menos que el dominio absoluto sobre los ángeles, los hombres y los demonios, puede ser designado en estas extraordinarias palabras, y por confesar que es el Señor podemos entender esa adoración que todas las criaturas inteligentes están llamadas a rendir a Dios manifestado en la carne; porque todos deben honrar al Hijo como honran al Padre. Y el culto así ofrecido es para la gloria de Dios; de modo que, lejos de ser idolátrico, como algunos han afirmado precipitadamente, es para el honor del Ser Divino. Podemos añadir que la lengua que no confiesa así, es una lengua que deshonra al Todopoderoso.

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