CAPITULO VII.

Esteban, al permitírsele responder por sí mismo en relación con la

acusación de blasfemia presentada contra él por sus acusadores, da

una relación circunstancial de la llamada de Abraham, cuando vivía

en Mesopotamia, en Charran, c., 1-8.

La historia de Jacob y José, 9-17.

La persecución de sus padres en Egipto, 18, 19.

La historia de Moisés y sus actos hasta el éxodo de Egipto, 20-37.

La rebelión e idolatría de los israelitas en el desierto, 38-43.

La erección del tabernáculo de los testigos, que continuó hasta

hasta la época de David, 44-46.

Del templo construido por Salomón para ese Dios que no puede 

limitarse a los templos construidos por las manos, 47-50.

Siendo probablemente interrumpido en la prosecución de su discurso

insiste en la acusación de rebelión contra Dios, la persecución

de sus profetas, el asesinato de Cristo, y el descuido de su propia

ley contra ellos, 51-53.

Se llenan de indignación, y proceden a la violencia, 54.

Ve la gloria de Dios, y a Cristo a la derecha del

Padre y declara la visión gloriosa, 55, 56.

Se abalanzan sobre él, lo arrastran fuera de la ciudad y lo apedrean,

57, 58.

Involucra al Señor Jesús, reza por sus asesinos y expira, 59, 60.

NOTAS SOBRE EL CAP. VII.

Versículo Hechos 7:1. ¿Son estas cosas así? ¿Has predicho la destrucción del templo? ¿Y has dicho que Jesús de Nazaret cambiará nuestras costumbres, abolirá nuestros ritos religiosos y el servicio del templo? ¿Has dicho estas cosas blasfemas contra Moisés y contra Dios? Aquí hubo un poco de color de justicia, pues a Esteban se le permitió defenderse. Y, para hacerlo, pensó que lo mejor era entrar en detalles de su historia desde el comienzo de su nación; y así mostrar cuán bondadoso había sido Dios con ellos, y cuán descortésmente le habían correspondido ellos y sus padres. Y todo esto le llevó naturalmente a la conclusión de que Dios no podía soportar por más tiempo a un pueblo cuya copa de iniquidad se había desbordado durante mucho tiempo; y por lo tanto podían esperar encontrar ira, sin mezcla de misericordia.

Pero, ¿cómo pudo San Lucas obtener todo este relato circunstancial? 1. Es posible que haya estado presente y lo haya oído todo; o, más probablemente, que haya recibido el relato de San Pablo, de quien era compañero, y que ciertamente estaba presente cuando San Esteban fue juzgado y apedreado, pues consintió en su muerte y guardó la ropa de los que lo apedrearon. Ver Hechos 7:58; Hechos 8:1; Hechos 22:20.

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