Verso Hechos 9:7.  Se quedaron sin habla, oyendo una voz, pero sin ver a ningún hombre... Los hombres estaban εννεοι, aturdidos, oyendo τηςφωνης, la voz o el trueno, pero sin distinguir las palabras, que se dirigían sólo a Saúl; y que fueron pronunciadas fuera del trueno, o en una voz pequeña y tranquila, después de que el tañido había cesado. El caso notable, 1 Reyes 19:11, puede servir para ilustrar lo que tenemos delante. Y dijo: Sal, y ponte en el monte delante de Jehová; y pasó Jehová, y un viento grande y recio desgarró los montes, y quebró las peñas delante de Jehová; y después del viento, un terremoto; y después del terremoto, un fuego; Y después del fuego, una voz suave y silenciosa; y cuando Elías la oyó, se envolvió en su manto, y salió, y se puso a la entrada de la cueva, y he aquí que vino a él una voz, que decía: ¡Qué haces aquí, ELIJAH! El trueno debió de ser oído por todos; la pequeña y tranquila voz sólo por Saúl. Esta consideración concilia ampliamente el pasaje del texto con el de Hechos 22:9, donde Pablo dice: Los que estaban conmigo vieron la luz y tuvieron miedo, pero no oyeron la voz del que hablaba conmigo. Habían oído el trueno que siguió al escape del rayo, pero no oyeron la voz del que hablaba con Saulo; no oyeron las palabras: Yo soy Jesús a quien persigues, c. pero vieron y oyeron lo suficiente como para convencerse de que todo era sobrenatural; porque todos se quedaron paralizados en la tierra con el esplendor de la luz, y el sonido del trueno, que supongo tuvo lugar en esta ocasión. Se ha discutido entre los teólogos si Jesucristo se le apareció realmente a Saulo en esta ocasión. Los argumentos en contra de la aparición real no son fuertes. San Lucas nos dice que los que estaban con él oyeron la voz, pero no vieron a nadie; lo que es una fuerte insinuación de que él vio lo que ellos no vieron. Parece que Ananías estaba informado de que había habido una aparición real, pues, al dirigirse a Saulo, Hechos 9:17, dice: El Señor Jesús que se te apareció en el camino mientras venías, c. Y Bernabé da a entender esto cuando lo llevó ante los apóstoles en Jerusalén, pues les declaró cómo había VISTO al Señor en el camino, y que le había hablado y,​​​​​​​ Hechos 22:14, donde se da el discurso de Ananías más ampliamente, dice: El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, y VEAS a ese JUSTO, y oigas la voz de su boca; así encontramos que oír la voz, o las palabras de su boca, no era lo que se llama la apariencia; porque, además de esto, había una manifestación real de la persona de Cristo. Pero las propias palabras de San Pablo, 1 Corintios 9:1, dejan el tema fuera de discusión: ¿No soy un apóstol? ¿No soy libre? ¿NO HE VISTO A JESÚS CRISTO NUESTRO SEÑOR ? A lo que se puede agregar, 1 Corintios 15:8, Y, por último, también me vio a mí, como a uno nacido fuera de tiempo.

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