Versículo 28. Nunca perecerán... ¿Por qué? Porque oyen mi voz y me siguen; por eso los apruebo y los amo, y les doy la vida eterna. Los que siguen oyendo la voz de Cristo y le siguen, no perecerán jamás. Se entregan a Dios: creen tanto en Jesús que éste vive en sus corazones: Dios les ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo; y el que tiene al Hijo tiene la vida, 1 Juan 5:11. Ahora bien, es evidente que sólo los que tienen a Cristo viviendo en sus almas y gobernándolas, de modo que poseen la mente que estaba en él, son sus ovejas; son los que nunca perecerán, porque tienen esta vida eterna morando en ellos: por lo tanto, hablar de que un hombre es uno de los elegidos, uno que nunca perecerá, uno que tendrá vida eterna, que nunca será arrancado de la mano de Dios, etc., mientras viva en el pecado, no tendrá a Cristo en su corazón, no habrá recibido nunca la gracia de Dios o se habrá alejado de ella, es tan contrario al sentido común como a la naturaleza y a los testimonios del Altísimo. La perseverancia final implica la fidelidad final: el que persevere hasta el fin se salvará; el que sea fiel hasta la muerte tendrá la corona de la vida. ¿Y alguien intentará decir que el que no persevera hasta el fin, y es infiel, entrará jamás en la vida?

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