La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro: (8) porque ¿por qué mi libertad es juzgada por la conciencia de otro [hombre]?

(8) Una razón: porque debemos cuidar que no se hable de nuestra libertad como mala, y que el beneficio de Dios que debemos usar con acción de gracias no se transforme en impiedad. Y esto es por nuestra culpa, si preferimos ofender la conciencia de los débiles, que ceder un poco de nuestra libertad en un asunto sin importancia, y así dar ocasión a los débiles de juzgar en esa clase de nosotros, y de la libertad cristiana. Y el apóstol toma estas cosas sobre sí mismo, para que los corintios tengan menos ocasión de oponerse a cualquier cosa en su contra.

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