¿Por qué mi libertad es juzgada por la conciencia de otro hombre? Este versículo y el siguiente son un poco oscuros, pero el sentido parece ser que ningún hombre tiene derecho a interferir con la libertad que disfruta otro, salvo en la medida en que su propia conducta y convicciones de conciencia puedan verse afectadas por ello. De hecho, las palabras del Apóstol en 1 Corintios 10:28-30 pueden parafrasearse así.

"Por el bien de la conciencia. No es que te sientas afectado por la conciencia, como si tú mismo hubieras estado haciendo algo malo y hubieras dado a tus vecinos el derecho de culparte. Ningún hombre tiene ese derecho. No estabas haciendo daño. Tenías un perfecto derecho a comer lo que se os ha puesto delante con gratitud a Dios por lo que os ha dado. No, no es de vuestra conciencia, sino de la conciencia de vuestro prójimo, de lo que estaba hablando. A él le estaríais haciendo un daño incalculable, si le permitió suponer que no había pecado en adorar ídolos".

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