(9) Hermanos, no sean niños en entendimiento; aunque sean hijos con malicia, pero sean hombres con entendimiento.

(9) Ahora reprende libremente a los que, por su necedad infantil, no ven cómo este don de lenguas que fue dado para beneficio de la Iglesia, se convierte por su ambición en un instrumento de maldición, ya que esta misma maldición es también contenía entre los castigos con que Dios castigaba la terquedad de su pueblo, que los dispersaba entre extraños cuyo idioma no entendían.

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