(8) Porque nuestro regocijo es este, el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y piadosa (h) sinceridad, no con sabiduría carnal, sino por la (i) gracia de Dios, hemos tenido nuestra conversación en el mundo, y más abundantemente para ti.

(8) En segundo lugar, rechaza otra calumnia, es decir, que era un hombre liviano, y uno en el que no se podía confiar a la ligera, ya que prometió ir a ellos y no vino. Y primero habla de la sencillez de su mente y de la sinceridad, que ambos conocían por su voz cuando él estaba presente, y deberían reconocerlo también en sus cartas, estando ausente: y además protesta que nunca será de otra manera. .

(h) Con claridad y santa y verdadera claridad de mente, como Dios mismo puede atestiguar.

(i) Confiando en esa misma sabiduría que Dios de su bondad gratuita me ha dado desde el cielo.

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