Aconteció que en el (a) año treinta, en el [mes] cuarto, en el [día] quinto del mes, mientras yo [estaba] entre los cautivos junto al río de (b) Quebar, [que] los cielos se abrieron y vi visiones de (c) Dios.

El argumento - Después de que Joaquín, por consejo de Jeremías y Ezequiel, se rindió a Nabucodonosor, y fue al cautiverio con su madre y varios de sus príncipes y del pueblo, algunos comenzaron a arrepentirse y a murmurar que habían obedecido el consejo del profeta, como si las cosas que habían profetizado no se cumplieran y, por lo tanto, su estado seguiría siendo miserable bajo los caldeos.

Por lo cual confirma sus profecías anteriores, declarando por medio de nuevas visiones y revelaciones que le fueron mostradas, que la ciudad ciertamente sería destruida, y el pueblo seriamente atormentado por las plagas de Dios, en tanto que los que quedaran serían llevados a cruel esclavitud. Para que los piadosos no se desesperen en estos grandes problemas, les asegura que Dios librará a su iglesia en el tiempo señalado y también destruirá a sus enemigos, quienes los afligieron o se regocijaron en sus miserias.

El efecto de uno y otro se realizaría principalmente bajo Cristo, de quien en este libro hay muchas promesas notables, y en quien la gloria del nuevo templo sería perfectamente restaurada. Él profetizó estas cosas en Caldea, al mismo tiempo que Jeremías profetizó en Judá, y allí comenzó en el quinto año de la cautividad de Joaquín.

(a) Después de que se encontró el libro de la Ley, que fue el año dieciocho del reinado de Josías, de modo que veinticinco años después de que se encontró este libro, Jeconías fue llevado cautivo con Ezequiel y muchas personas, quienes el primer año después vio estas visiones.

(b) Que formaba parte del llamado Éufrates.

(c) Es decir, visiones notables y excelentes, para que se conozca, no fue un sueño natural sino que vino de Dios.

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