Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco del mes, estando yo entre los cautivos junto al río de Chebar, que se abrieron los cielos y vi visiones de Dios.

Y sucedió - más bien, Y sucedió, etc. Esta fórmula en se refiere a la historia escrita de tiempos anteriores; pero aquí, y en y , se refiere a la historia no escrita que estaba ante la mente del escritor. El profeta continúa así, por así decirlo, la historia de los tiempos precedentes. En el cuarto año del reinado de Sedequías Jeremías envió por medio de Seraías un mensaje a los cautivos  ( Jeremias 29:1 ) para que se sometieran a Dios y abandonaran sus halagüeñas esperanzas de una pronta restauración. Esta comunicación fue en el año siguiente, el quinto, y el cuarto mes del mismo rey (pues el cautiverio de Joaquín y la ascensión de Sedequías coinciden en el tiempo), seguida por un profeta levantado entre los mismos cautivos, el enérgico Ezequiel.

Trigésimo año - es decir, contando desde el comienzo del reinado de Nabopolasar, padre de Nabucodonosor, la era del imperio babilónico, 625 a.C., época que coincide con el año 18 de Josías, aquel en que se encontró el libro de la ley y comenzó la consiguiente reforma (Scaliger). O bien, el año 30 de la vida de Ezequiel. Como el Señor estaba a punto de ser un "pequeño santuario"  para los exiliados en el Chebar, Ezequiel iba a ser el sacerdote ministerial; por lo tanto, marca su relación sacerdotal con Dios y el pueblo al principio; el final, que describe el futuro templo, responde así al principio. Al designarse a sí mismo expresamente como "el sacerdote", y habiendo alcanzado su trigésimo año, el año regular en que los sacerdotes comienzan su oficio, marca su oficio como el sacerdote entre los profetas. Así, la visión inicial sigue naturalmente como la institución formal de ese templo espiritual en el que iba a ministrar (Fairbairn).

Chebar - lo mismo que Chabor o Habor, donde las diez tribus habían sido transportadas por Tiglat-pileser y Salmanasar. Desemboca en el Éufrates cerca de Carchemish o Circesium, 200 millas al norte de Babilonia.

Vi visiones de Dios. Se usan cuatro expresiones en cuanto a la revelación concedida a Ezequiel, las tres primeras con respecto a lo que se le presentó desde fuera, para asegurarle su realidad, la cuarta con respecto a su preparación interna para recibir la revelación; "los cielos se abrieron"; "vio visiones de Dios"; "la palabra de Yahvé le llegó en verdad (como es el significado, en vez de "expresamente", la versión inglesa)" - es decir, no se trataba de una alucinación irreal; y "la mano de Yahvé estaba sobre él"; el Señor, con su toque, le fortalecía para su alto y arduo ministerio, para que pudiera ser testigo e informar correctamente de las revelaciones que se le hacían.

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