(8) El que (e) hace caso del día, lo hace al Señor; y el que no hace caso del día, al Señor no lo hace. El que (g) come, para el Señor come, (9) porque él da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.

(8) Una razón tomada de la naturaleza de las cosas indiferentes, que un hombre puede hacer con buena conciencia, y omitir: porque viendo que la diferencia de días y carnes fue establecida por Dios, ¿cómo podrían aquellos que aún no entendían la abrogación de la ley y, sin embargo, reconocen a Cristo como su Salvador, con buena conciencia, ¿descuidan lo que sabían que Dios les había ordenado? Y por otra parte, los que conocieron el beneficio de Cristo a este respecto, no guardaron con buena conciencia días ni carnes; por eso, dice el apóstol en el versículo diez: "No condene el fuerte al débil por estas cosas, viendo que los hermanos débiles son hermanos sin embargo.

"( Romanos 14:10 ) Ahora bien, si alguno quiere aplicar esta doctrina a nuestro tiempo y a nuestros tiempos, sepa que el apóstol habla de cosas indiferentes, y que los que no las consideraron indiferentes, tenían un fundamento en la ley, y fueron engañados por simple ignorancia, y no por malicia (porque a ellos el apóstol no cede, no ni por un momento) ni por superstición, sino por un temor religioso de Dios.

(e) Observa con precisión.

(f) Dios juzgará si lo hace bien o no: y por lo tanto, debería esforzarse más por esto, cómo cada uno de ustedes será considerado por Dios, que por pensar en las obras de otros hombres.

(g) El que no hace diferencia entre carnes. (9) De modo que el apóstol muestra que habla de los fieles, tanto los fuertes como los débiles: pero ¿y si tenemos que tratar con los infieles? Entonces debemos prestar atención a dos cosas, como también se declara en la epístola a los Corintios. La primera es que no consideramos su superstición como algo indiferente, como lo hacían quienes se sentaban a comer carne en los templos de los ídolos: la segunda es que luego también cuando el asunto es indiferente (como comprar una cosa ofrecida a los ídolos, en el carnicería, y comerlo en casa o en una comida privada) no herimos la conciencia de nuestro hermano débil.

(h) El que no toque carnes que considere inmundas por la ley.

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