(7) Pero sobre todas las cosas, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; antes bien, sea vuestro sí; y [tu] no, no; para que no caigáis en condenación.

(7) Debido a que incluso los mejores hombres a veces, debido a la impaciencia, resbalan y pronuncian juramentos a veces menores, a veces mayores, el apóstol nos advierte que detestemos tal maldad y que acostumbremos nuestras lenguas a hablar con sencillez y veracidad.

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