REFLEXIONES

¡Oh Señor del Espíritu! que tu Iglesia tenga la gracia de alabarte, por el amor manifestado hacia ella, y tu cuidadoso cuidado sobre ella, a través de todas las generaciones. Sí, bendito Señor, tenemos que agradecerte por las amables advertencias de las que has hablado expresamente sobre las horribles herejías que acosarán a la iglesia del mundo. En verdad, Señor, ya hay muchos Anticristos, por lo que sabemos que es la última vez.

Ayúdales a tus verdaderamente regenerados a resistir a todos y cada uno de ellos, ya sean espíritus seductores o doctrinas de demonios, y a ser firmes en la fe; y cuando en algún momento el enemigo venga como un diluvio, tú, Espíritu Todopoderoso ; alzad estandarte contra él.

Ten piedad también de los ministros y mayordomos de tus misterios. Hazles recordar a los hermanos todas las grandes y gloriosas verdades de nuestra santísima fe; para que demuestren ser buenos ministros de Jesucristo, alimentados en palabras de fe y de buena doctrina; Rechazando fábulas profanas y de viejas, y ejercitándose para la piedad.

¡Y, querido Señor Jesús! te alabamos por sostener y preservar la providencia sobre todos los hombres; y especialmente por tu salud salvadora para tu pueblo. Aquí aprendemos, oh Señor, cómo es por ti el mundo está en pie; y mientras continúas con tu salvación, los impíos permanecen. Y hasta que hayas traído a casa a tus redimidos a la gloria, el tiempo de la siembra y la cosecha, la cizaña y el trigo, no cesarán. ¡Oh! que tus hijos aprendan a quién se debe toda la diferencia. Y mientras disfrutan de tu raza distintiva, a menudo oirán la voz: No la destruyas, ¡porque en ella hay una bendición!

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