REFLEXIONES

¡Oh! ¡Tú, Ángel Todopoderoso, a quien Juan vio descender del cielo! ¡Dame, por fe, para contemplarte con el delicioso arco iris sobre tu cabeza, en señal del Pacto eterno! ¡Señor Jesus! cualesquiera que sean las nubes o las tinieblas de las que estén revestidas tus divinas dispensaciones, mi fe nunca se desanimará, mientras Jesús aparezca ante mi vista con su arco iris. Aunque la Iglesia esté en el horno de fuego, y las nubes y las tinieblas alrededor, mientras Dios mi Padre está contemplando su Iglesia por medio de Cristo, y en Cristo, el arco en la nube; y mientras el rostro de Jesús hacia su pueblo es como el sol en la gracia divina, el amor y el favor, y la Iglesia mira a Cristo, y en Cristo, y por medio de Cristo a Dios, todo está bien.

¡Bendito Señor! juraste, mientras tomas posesión del cielo, la tierra y el mar como tuyos, que se acerca la hora en que el tiempo no será más. ¡Oh! ¡Entonces prepara tu Iglesia, prepara a tu pueblo para este gran día de nuestro Dios! Señor, en tu propio tiempo, que es el mejor momento, termina el misterio de Dios, derribando todos los poderes del anticristo, y así termina el misterio de iniquidad, que ahora tanto se opone a tu puro Evangelio.

¡Señor! dame el mismo espíritu de obediencia que tu siervo Juan. Hazme comer y digerir tus verdades salvadoras. Sea todo dulce en ti, por amargo que sea en el mundo, de carne y hueso. Reyes, naciones y lenguas oirán tus profecías, y todo tu pueblo te alabará.

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