Y el primero fue y derramó su copa sobre la tierra; y cayó una llaga maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen.

No puede haber ninguna duda, pero fue el Señor Jesucristo, cuya voz Juan escuchó, como se menciona en el versículo anterior, enviando así a sus siervos a su empleo; o Dios el Espíritu Santo, cuyo oficio es ordenar al ministerio. En cualquier sentido, es una bendición. Porque desde cualquier punto de vista, debe ser atendido con éxito. Y lo más bendito fue el éxito de la misma. Porque el efecto del derramamiento de la primera copa fue que una llaga maligna y dolorosa cayó sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y sobre los que adoraban su imagen.

El lector recordará que no hablo decididamente sobre ningún punto de significado dudoso, pero me atrevo a creer que fue el derramamiento de esta primera Vial, que se dice que fue derramada sobre la tierra, es decir, el imperio de el Papa, que produjo un cambio en la mente de los números, con respecto a él y su herejía. Por lo que es una llaga molesta y dolorosa, en un sentido espiritual, pero una sensación de insatisfacción.

Y cuando los ojos de la gente común, aquí llamada la tierra, por gracia, se abrieron para ver la locura de los toros, las concesiones, las licencias y los indultos, todo por dinero, ¿qué podría amargar más la mente que el haber sido? engañado durante mucho tiempo por tal iniquidad.

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